sábado, 18 de julio de 2009

El SUJETO Y SUS DROGAS: comentario al libro de Rodrigo Tenorio.

Me he permitido tomar este fragmento del baterrollo para iniciar esta exposición, espero no aburrirlos

El Baterrollo:

-¡Atención reclusos! Se les comunica que mañana va a venir mi capitán Viteri.
- ¡Ya era hora que traigan a ese man!
- !!Juan Camellón¡¡ se te acusa de ser marihuanero, se te pilló en zona roja.
- ¿Yo marihuanero? ¡Mi comi, usté está bromeando conmigo!
- ¿Cómo que bromeando contigo pedazo de majadero?, ¡Yo soy la autoridá y no estoy para bromear con naiden!
- ¡Sabe que “mi comi”, deje que le cuente como mismo es que fue el baterrollos!
- ¡Haber, habla y te salvas!
- ¡Resulta mi comi!, que yo iba rumbo a mi jatos con las harinas en el bolsillo de mí tolón, en eso que llego a mi jom le digo a mi jermu toma el tellebis y anda a pagar en la tienda de la esnaqui, yo que me tiro al petate a pegarme una sopa de letras con alverja, en eso que llega la jermu y me dice: ¡Avíspate dorima que se ha armado un trobo allá en la esnaquis!; yo para saber cual era el tanque de la baciladera, saqué los socabeiros por las claraboyas de mi jato y vi que el baterrollo era efectivos; ¡cogí los caracoles de la escalera y sucusucuriquillaqui ya estuve en la esnaquis!. En eso al lado mío había un gilman, con un tolón del yatuves, unos pisos más o menos, una camisa marca la chimbaca y una cadena con un ancla que parecía es buque; le metí la pala derecha por la cantera izquierda y le saqué todo el cascajo, cuando en eso viene la chota y como más gil me montan la rara a mí, cono yo no tengo remo pa’ remar, me meten al bote, ¡Más claro!,¡Yo no soy ningún marihuanero nada!.
- ¡Eres súper conche tú madre!, vamos, vamos.
Gaita Triki Moki.
(grupo de teatro popular guayaquileño de los años 80)

A su vez dividi el texto en siete partes para ordenar de una mejor manera este escrito:

I.- Drogas-pretexto.

II.- Drogas-jóvenes

III.- Drogas-liberación

IV.- Drogas-consumo

V.- Drogas- moda: los tiempos de lo efímero

VI.- Drogas- institución

VII.- Drogas-sujeto


I)

Drogas-pretexto


El Lenguaje genera realidad y esta a su vez se genera por él, pero daría la impresión que a veces habitamos al interior de axiomas donde pobreza, raza, violencia, jerga, adolescencia y drogas están indisolublemente ligadas y mediáticamente sinonimizadas, en la que esas realidades se encuentran pre determinadas y estigmatizadas por mandato divino.


La droga como ese fetiche en donde se concentraron las fuerzas del bien (una vez acabada la bipolaridad del mundo) para combatir a las fuerzas del mal (tercermundistas o decadentes primermundistas sin valores, estereotipos ambos de la decadencia por falta de Dios o por haberlo asesinado para que la modernidad se imponga), que acechan en lugares nauseabundos y ociosos, amenazando terminar con el orden instituido, con la limpieza aséptica que se intentó imponer desde los cánones de una moral que estatuía a la familia nuclear y al trabajo como modelos únicos.


Este texto rasga las vestiduras morales con las que se ha construido dogmáticamente los sentidos comunes en torno a las drogas, tanto desde las miradas oficiales (estado, medios) como desde las visiones cotidianas de las personas. Cáncer que aparentemente ataca todas las partes del cuerpo social para degradarlo y corromperlo; la droga representa un vacío de significantes que es llenado de distintas maneras por el usador, por las leyes, por los padres, por la policía y que sirve para expresar de distintas formas muchas lo inentendible, siendo repletado con lo poco o mucho que se tiene a mano desde un lenguaje simplón y restringido; a lo estatuido le conviene, por cierto, saturarlo de sentidos comunes, de miradas sacrosantas, de valores perdidos, en definitiva, de esas ausencias de las que está construido el agotamiento del contrato social, de esa perdida de legitimidad de las instituciones actuales (familia, pareja, colegio)


Aún así quisiera resaltar que este es un país donde si bien se han expandido las prácticas de uso y exceso de drogas, este sigue siendo un país profundamente alcohólico, (esto sin juicios de valor de por medio) traguito que sirve para todo desde la inclusión machista: para entrar en sociedad, para iniciarse en el mundo de los varones, para conseguir pareja, para generar amistades, para pelearse etc.


II)

Drogas-jóvenes


El libro ahonda en la relación indisoluble, siamésina entre drogas-adolescencia, mirada patriarcal que intenta meter todo lo que no entiende en un mismo saco para revolverlo y sacar de ahí como funda de mago: el adicto.


Lo indefenso, lo penetrable, lo corrompible son adjetivos que sirven para no aceptar que se los infantiliza hasta el cansancio con tal de no admitir que es la mirada adulta (es decir el sistema) la corrupta, la inservible.


Por otra parte tenemos que lo adolescente-joven trajina entre elementos estereotipantes, en los cuales la significación no llega a establecerse desde el yo, sino desde un yo construido por otros, en esto tenemos: la ausencia de autorepresentación, es decir, de imágenes construidas por ellos mismos; pues cuando lo hacen, estos se encuentran saturados de elementos de inentendibilidad por parte de quienes dictan el canon del deber-ser joven; esto a su vez lleva a la hiperrepresentación hecha por otros, desprendiéndose otros dos elementos: el exceso de responsabilidad por cuanto son el “futuro de la patria” y la salvajización por exceso puesto que son inentendibles e irresponsables, en ambos casos habría una sobrecarga hormonal narrativa ya que son hipersexualizados desde los medios y por el entorno. En todos los casos, hoy por hoy, serían vistos como objetos de consumo.


A esto le sumaríamos que desde el mundo adulto y desde el mundo joven se construyen formas de ser joven hegemónicas; básicamente aquellas que reproducen el mundo adulto en su mejor manera son las ideales: hombre(citos)-mujer(citas) responsable(s) de acuerdo al canon de la época, o sea, adultos en miniatura, son l@s jóvenes ideales, de acuerdo al modelo de la época. A esto cabría adicionarle que se repiten y reproducen en todos los estratos socioeconómicos de distintas formas.


Lo joven entendido como una enfermedad pasajera pero necesaria, como el sarampión, que te deja huellas pero que te pones Cicatrikure o Sangre de Drago para que se te quite y enfoques tu camino hacia la responsabilidad del ser adulto.


En otras palabras habrían formas de ser joven completas e incompletas, ese acercamiento- alejamiento de la completitud, viene condicionada por variables de raza, étnicas, clase social, preferencia sexual, país, niveles educativos, religión, etc. Lo deseable vendría establecido desde los centros económico-culturales y se desparramaría de acuerdo a los niveles de acceso a la información, los cuales se transforman a su vez en las lecturas hegemónicas locales acerca de lo deseado.


III)

Drogas-liberación.


Históricamente el occidente cristiano ha sido enemigo de lo placentero, porque se acerca, al demonio a la mujer. A partir de los años sesenta a las drogas se las relaciona con la liberación sexual y con la apertura a mundos mágicos, distintas nociones para representar a la mujer y a lo adolescente como lo indescifrable desde miradas adultocéntricas-académicas que no pueden aceptar que los objetos de estudio se les escurrieron de entre las manos.


Este libro demuestra que las miradas moralistas se fueron instaurando a pretexto de una mayor racionalidad para ordenar el mundo, y propone: rescatar el sujeto y sacarlo de entre las cosas (de entre las estadísticas) siendo este un conjunto inacabado de decires que se reproducen en el campo del deseo y del lenguaje.


Racionalidad instrumental que acabó homologando libertad=consumo; el consumo a su vez entendido como lo inllenable, como la libertad mismo (prometeo reificado con bolsas de supermercado de algún shopping) Luz que intenta aclarar pero que a la final enceguece y que no deja ver lo complejo de lo social; mirada omnipresente y monológica que solo aceptar dialogar si es que dejas atrás tu inentendibilidad para meterte en su razón caduca.


Las drogas mal que bien -como experiencia personal- permiten estar en un mundo donde la luz de la razón aún no ha logrado penetrar con su orden, con su ley. Pero por otro lado como negocio lucrativo radicaliza un capitalismo salvaje postneoliberal del que todos de una forma u otra estamos embarrados.


IV)

Drogas-consumo.


Por otra parte esta libertad para consumir es imposible sin dinero, megamercado de la felicidad para quienes pueden tenerlo, se vive en una sociedad que se pasa consumiendo drogas de distintos tipos, todas y cada una realizan una perenne oferta de bienestar y de placer (mayor a menor costo), poseer todo se ha convertido en una suerte de imperativo, donde no hacerlo es un pecado.


Doble discurso del consumo, (o lo tienes o lo tienes) no importa la ruta que debas tomar para poseerlo, pero: haber, haber, ratito, ratito… eso si muuuucho respeto, es que con las drogas es diferente. (al igual que la infidelidad femenina, el orden patriarcal justifica para si la infidelidad masculina y degrada la femenina, instaurando él, es que no es lo mismo, mija, tú no entiendes) una cosa es una cosa y otra cosa es otra, justificación tautológica con el que él poder se sostiene.


Entonces el sistema te obliga a que desees poseer todo, pero a su vez dictamina las formas en que debes hacerlo, a sabiendas de que las maneras legales están saturadas por los mismos que proclaman las leyes. ¿Qué te queda? El camino del capitalismo ilegítimo (también saturado por los anteriores) pero que de alguna manera te da algún margen de posibilidad para saciar ese deseo inllenable, producido por los medios de manera obscena.


La droga: ser mimético y polisémico que se ha introducido en la ciencia, tecnología, política, macroeconomía, (ente líquido que radicaliza las condiciones de circulación del capital a velocidades y volúmenes imposibles de seguir por el capitalismo legítimo, capitalismo más voraz, sin fronteras nacionales, y por otra parte reinstaurador de valores tradicionales premodernos, porque lo moderno y el capital nacional, instalan la ley y los derechos para afianzarse, este en cambio los rechaza y los destruye por poco útiles) reinstaura la norma patriarcal, desde sus prejuicios para elevar los costos, por un lado, y por otro instala un capitalismo muchísimo mas rapaz incluso que el neoliberal, al desmontar el estado como obsoleto, pulveriza también los derechos, reinstalando el poder del mas fuerte, darwinismo social obligatorio.


El consumir como un imperativo del que no se puede escapar porque hacerlo implica no introducirse en las redes significantes que configuran a los sujetos. El consumo actualmente es una función simbólica. El consumo, legal o ilegal, se vuelve el camino único a seguir, pues se trata de alcanzar el placer por cualquiera de sus rutas.


V)

Drogas-moda: los tiempos de lo efímero.


Los tiempos de las drogas tienen que ver de alguna forma con la penetración del capital y su correspondencia con las formas de vivir urbanas. La ruptura con la tradición en este país es relativamente reciente, podríamos afirmar que los tiempos del alcohol siguen siendo los tiempos de la tradición; y que los tiempos de las drogas son tiempos urbanos, fragmentarios. Superponiéndose sin que estos se anulen unos a otros. Tenemos que a partir de los 70 junto con la modernización del país se filtran de contrabando y se resignifican una vez adentro, las drogas como moda.


La moda -a decir del autor- son sistemas de códigos que califican y proveen de significación a realidades que se viven en un tiempo determinado. La moda en un sentido estricto solo aparece con la revolución industrial y tiene una relación íntima entre capital y consumo, por tanto la moda en la actualidad -a decir de Bauman- es el tiempo mínimo existente entre la novedad y el tacho de basura.


Lo efímero se instaura para no aferrarte al pasado ni al futuro, las cosas duran lo que dura su legitimidad en un spot publicitario. Sujeto-ciudadano-consumo, más felicidad a más consumo, la sonrisa boba de todas las propagandas, de todas las fotos, que intentan perennizar un instante falso de felicidad.


La adolescencia-juventud íntimamente asociadas con la moda parecería que responden de manera unívoca al mandato de la moda, ser heterogénea es su homogeneidad. -Ser distinto para ser parte de la cultura común- homologados al consumo y a lo descartable. Por otra parte la idea de juventud se impone como eterna, los niños quieren ser adolescentes y los adultos quieren ser jóvenes. Síndrome de Peter Pan vuelto ley.


Lo juvenil es la obligación de estar bien, moratoria social ampliada donde el placer se petrifica, la diversión no es una alternativa es una necesidad vital, la noche se democratiza como inacabable ejercicio de diversión, estar bien, vivir el vértigo es un imperativo de los sentidos comunes.


La droga como moda se instala ante el vértigo del vacío de los significantes, ante la nulidad de las certezas y lo discontinuo de la vida. En todo caso ésta no da respuestas, te genera más preguntas que permiten sobrellevar la cercanía con la muerte. El placer y el deseo para existir de manera no cosificada deben coquetear con la muerte como estado de éxtasis.


VI)

Drogas-institución.


Las drogas como metáfora develan la obsolescencia de algunas instituciones (familia, colegio) y reactualizan otras (amigos, sujetos) nos hace caer en cuenta que las formas que sirvieron para apuntalar la modernidad se encuentran en crisis, o se reinventan o mueren.


La salida que encuentra lo instituido es culpar primero a la familia y luego a un tercero, a la malajunta, a las amistades, a lo indefenso de la adolescencia. Suerte de culpas postergadas por vivir en entramados burocráticos, donde nadie y todos somos culpables, en caso de que haya alguno.


El miedo y la pedagogía del terror como estrategias educativas forman parte de una tradición encargada de prolongar las enseñanzas de la inquisición. Lo instituido por su parte te dice que usar drogas es estar fuera de lo normal y carecer de personalidad, tenerla en cambio, es apuntalar el stablishment y reproducir de la mejor manera el orden de las cosas (profesión, trabajo, matrimonio amen)


Si para muchos la droga es un inclusor, para lo instituido (madre, escuela, políticos) es un exclusor. Las drogas por su parte no evitan el enfrentamiento con la realidad, la hacen mas llevadera, menos opresiva. Ahora bien, esto no es posible en soledad, las drogas aglutinan, reinventan otras instituciones como la jorga, el grupo. El amigo es el reconocimiento como sujeto del otro y de ti mismo, pero al mismo tiempo es el estereotipo de la incondicionalidad.


Como diría la canción tanto control y tanto amor. Cebrian en cambio afirma: se restringen las libertades para defender la libertad. Las instituciones llevan a cuestas su anacronismo y su ilegitimidad pero eso no las hace menos contundentes en su exclusión; es necesario revisar profundamente los preceptos valóricos en los que estamos asentados para entender de manera mínima lo que acontece en una cotidianidad que hace mucho tiempo nos rebasó.


Por su parte las políticas anti-drogas no encuentran a quien más echarle la culpa, no aceptan que es la exclusión, por una parte, la que genera tan redituable negocio; por otra, las drogas como pecado moderno necesita de pecadores para sacrificar y que niegues a toda instancia que las conoces, por último, la droga como culpa que impone al sujeto su condición anormal por usarlas. Generándose una suerte de hipocresías compartidas.


VII)

Drogas-sujeto


El autor arremete contra las nociones resueltas, enteras, eternas; sostiene que las verdades y la ética son construcciones culturales y que en la medida que se petrifiquen llegamos a un mundo sin esperanzas, desestabiliza permanentemente las nociones desde las que se ha demonizado a las drogas.


Por otra parte le apuesta a los sujetos como metáforas iniciada antes de su nacimiento, cada sujeto es un conjunto inacabado de decires que se producen y reproducen en el campo del deseo. No es posible entender la función hedónica del mundo y del sujeto sin el narcisismo en tanto construcción del Yo jamás concluido.


El sujeto y su precariedad, en tanto finitud, lo que lo determina es su contingencia. El valor de las cosas representa lo que los sujetos colocan en esa materialidad, en espacios y tiempos específicos. El deseo provee de sentido a la experiencia de precariedad del sujeto. Es necesario reafirmarse permanentemente para saber que el sujeto está en el otro en las relaciones sociales. Los símbolos significan en relación con otros, redes de lenguaje, es por eso también que el sujeto será siempre inacabado.


Lo cotidiano, no es solo el escenario, sino lo que el sujeto es en ese tiempo que le pertenece, cuando se lo desvincula de este, algunos actos permanecen privados de sentido, así se produce un vacío que sería llenado por interpretaciones ajenas a la relación del sujeto con ese acto y objeto.


El sentido de algo no depende de la cosa en sí, sino de las relaciones que el sujeto establece con los objetos en tiempos y espacios específicos. La tradición culposa no permite entender a los usadores de drogas como sujetos que la desean, como misterio que en últimas te permite hablar de la libertad como la posibilidad de elegir. Las cosas no son en si mismas, son valores de significación que les vienen dados por los sujetos que las usan, aprecian, ignoran, consumen. Las drogas no son entes de razón y dejan de ser cosas cuando entran en relación con los sujetos para ser incorporadas a los conjuntos significantes con los cuales se interpreta el mundo. Las drogas son cosas, materialidad pura, que adquieren el valor y los destinos otorgados por los sujetos.


No necesitas tener problemas para usarlas. Se dice que quienes la usan lo hacen como respuesta a problemas que no se enfrentan. Las drogas dependen del estado de ánimo de cada quien. El problema no es que vaciles la droga sino que la droga te vacile a ti.


La identidad es el sujeto en su mundo sin intento ni propuesta alguna de trascendencia. El grupo está llamado a ser el lugar legítimo de las identidades. El grupo se encarga de visibilizar el sujeto. Esta es la representación de los sujetos en su propio espectáculo que rechaza toda soledad. La identidad es el producto inacabado de las relaciones del sujeto con los demás. Poseer identidad significa construirla en la reciprocidad con los otros. La identidad constituye un efecto de la posición dialogal de cada sujeto.


Cualquier droga termina siendo tratada como entidad mágica siempre dispuesta a crear sensaciones, experiencias, afectos únicos e irrepetibles. Ningún usador se acercaría a una droga como el mismo la usó la última vez. No se puede gozar sin sufrir Ambivalencia afectiva. (Sentimiento doble y contradictorio entre si) (el amor es eso) La ambivalencia: objetos que pueden ser producto de placer y dolor, esta supuesta incoherencia del sujeto es la que le permite vivir. Más allá de la ilegalidad-legalidad, para los sujetos cuenta de manera especial el ámbito de lo prohibido que es el terreno en el que se mueve el deseo.


El cuerpo deja de ser metáfora del sujeto y se convierte en metáfora de nada porque el sujeto ha desaparecido convertido en esa cosa llamada droga. Aparece el sujeto cosificado, en tanto se ha identificado con la droga que lo ha atrapado en su falta de significación. Las drogas han perdido su capacidad de ser objetos que se relacionan con el sujeto, pues se han vuelto la cosa exclusiva capaz de producirlo.


Las drogas no son entes de razón y dejan de ser cosas cuando entran en relación con los sujetos para ser incorporadas a los conjuntos significantes con los cuales se interpreta el mundo. Las drogas son cosas, materialidad pura, que adquieren el valor y los destinos otorgados por los sujetos.


Es necesaria una ética y una práctica del sujeto, que de cuenta de las libertades y responsabilidades de los seres humanos, que complejice y no que simplifique la realidad, esa misma ética debería servir para aterrorizarnos por las distintas formas de explotación en las que estamos inmersos y que a su vez retroalimentamos.


Quito, 9 de Julio del 2009