viernes, 11 de diciembre de 2009

FREAKS o La parada de los monstruos.



Ficha técnica:

Título original: Freaks(estrenada en español como “La parada de los monstruos”, USA). Director: Tod Browning. Año: 1932. Duración: 61 min.


Sinopsis:El film narra distintas historias paralelas entre los integrantes de una “troupe” de circo. Por un lado, el enamoramiento del enano Hans por la rubia trapecista Cleopatra haciendo caso omiso de su novia la enana Frida, convencida de que el deseo de Hans por una mujer que no es de su condición conducirá al sufrimiento y al fracaso. Por otro la construcción de la pareja formada por el clown Frose y la bailarina, una vez ésta se haya separado de su amante, el domador Hércules que le robaba el dinero ganado en el circo. Otros triángulos secundarios son los formados por el andrógino Josephine-Joseph, Hércules y el clown tartamudo Roscoe enamorado de una de los dos hérmanas siamesas y obligado a convivir con las dos.


Tras una escalada demanda de dinero, Cleopatra accede a casarse con Hans para hacer suya la herencia del enano y compartirla con su nuevo amante y cómplice Hércules. Pero los “freaks” del circo se darán cuenta de la maquinación de Cleopatra y tras la decisión del banquete nupcial será obligada a formar parte de la comunidad de los “monstruos” una vez haya sido mutilada a una mujer-tronco que cacarea como las gallinas. Reconvertidos, tanto Cleopatra como Hércules, en miembros de la comunidad “freak”, el circo desaparecerá con sus rulotes por la noche en busca de una nueva parada.

Dialéctica de lo monstruoso.


Este pequeño escrito en términos estrictos no tiene mucho que ver con la materia de cine latinoamericano, pero cabe recalcar el año en que fue filmada 1932, mismo año en que se filmó ¡Que viva México! de Sergei Eisenstein empalman con la cronología filmográfica que se está siguiendo, aunque esto talvez solo sea un justificativo traído de los pelos. Por otro lado y estimo el más importante esta película tiene una clara referencia en términos de otredad, puesto que el cine latinoamericano la gran parte de las veces ha sido un cine otro (no siempre), un cine medido, visto, observado en términos exóticos cuando no raros, cuando la capacidad actoral ha sido metrificada en cuanto se acerca, o aleja al cine del primer mundo.


También es un intento por hacer un acercamiento al cine considerado fantástico y al cine de terror, aunque esta película resulta monstruosa por las mutilaciones naturales de sus protagonistas, no plantea en sí deformaciones producto de lo sobrenatural sino más bien nos acerca a lo que podemos ser, o a lo que podemos dejar de ser, o a lo que podrían ser nuestros hijos.


Este demoledor hachazo visual, nos convoca a los espacios más evidentes de nuestra tolerancia, nos increpa, nos mete el dedo en la nariz, para ver de que estamos hechos (de un discurso apostólico prejuiciado occidental.


Un engendro de lo suntuoso-real, más cercano al dogma 95 (los idiotas) que a cualquier película de terror. Considerada inclasificable por los críticos. Nos enfrenta a lo monstruoso/humano que supone el encontrarse con “el otro” cara-a-cara, hace saltar rápidamente la pus de nuestros prejuicios para mancharnos de vergüenza ante lo no-normal.


Filmada con la malicia de la inocencia, esta película pertenece al baúl de las películas malditas, censurada por nuestra no aceptación a lo que podemos ser. Como diría Font: “Su visión actual, circunscrita todavía al pasto cinéfilo, sigue siendo harto problemática y adaptada a todo tipo de imprevistos por parte de un espectador que, de una u otra forma, la rechaza. Detrás de todos los adjetivos - o de los silencios obtusos - aplicados al film de Tod Browning (1882/1962) se esconde un efecto de extrañeza: la de encontrarnos ante un film que no acepta reconocerse en ningún otro, que no admite ejemplos epigonales aun perteneciendo a un género fagocitado por ellos, que no encuentra esa lectura transparente y modélica de todo film clásico que se precia”.(Font: 29)*


Ese cineasta de lo bizarre que fue Tod Browning, cantor de lo monstruoso, paladín de lo distinto, amante del mundo circense, encontraría en un relato del inglés Tod Robbins, «Espuelas» (Ediciones Nostromo, Madrid, 1973), una excelente plataforma argumental. (**:96)


Sus personajes son enanos, mujeres siamesas, andróginos, hombres sin tronco, mujeres barbudas o con cabeza de horquilla, esto es, seres deformes que vienen a constituir una taxonomía de lo anormal, de la monstruosidad, de lo siniestro (el unheimlich freudiano). Donde lo extraño se vuelve conocido y lo conocido se vuelve extraño, la trama de este film se desarrolla en un circo de variedades, adonde van a parar los que no tienen como ganarse la vida de una manera “normal” y desarrollan en este un entorno que los familiariza contra las adversidades del afuera que los rechaza permanentemente. Es en este medio donde lo Freak se vuelve cotidiano puesto que al ganarse la vida por mostrar sus deformidades encuentran una forma “decente” de generar su sustento[1]



Film rechazado de manera permanente durante muchos años (y en muchos países), por su carácter agresivo a los ojos del espectador, nos increpa a pensar en la fragilidad de nuestra existencia al poder convertirnos en monstruos, mutilados, tullidos; provocando de esta manera un aversión en la manera tradicional de entender lo “normal”, para (**) es difícil pensar que el espectador, acostumbrado a máscaras vacías dotadas de gesto, mímica y rostro, acepte estos personajes jugando su propio rol, habite estos cuerpos reales.(**:31)

La trama se apega a ese constante freudiano de lo siniestro la película comienza por el final en una feria, en la que un charlatán convence a los curiosos para que paguen su entrada y puedan contemplar a un monstruo. «Antes era una bella mujer, y un príncipe se mató por su amor», asegura este, para exitar más el morbo de los visitantes.


Esta mujer era Cleopatra quien antes de ser convertida en mujer-gallina dominaba el circo (dominaba las alturas) en la altura de su trapecio, pero el suelo pertenece a los enanos y a los hombres que, sin brazos ni piernas, reptan por debajo de los desvencijados carromatos de la compañía. Quien en compañía de su amante (Hércules) pretenden estafar a Hans (el enano) casándose con este para luego matarlo y quedarse con su fortuna. arrinconados por el mundo y donde la normalidad física (Cleopatra, Hércules) constituye la excepción, lo monstruoso. En este caso: lo monstruoso no radica en lo diferente sino en lo que tradicionalmente se considera «normal»


Pero las alturas están demasiado lejanas para una venganza que se desarrolla a ras de suelo, entre el barro formado por la lluvia, preludiada por ese insólito, y sobre todo, fantástico travelling que muestra al hombre-tronco deslizándose bajo el carromato. Muchas veces lo monstruoso se agazapa dentro de lo bello y la belleza es lo monstruoso, máxime cuando lo monstruoso (en este caso los «freaks» tienen una misión que cumplir, un acto que les hermana contra la crueldad del mundo que les ha excluido. (**:100)


Aparentemente radica en una economía simple donde lo “feo” es bueno y lo “bonito” malo, pero tras contemplar la película se puede interpretar también como que lo “normal” o lo que se impone como ello evoca a consumo, a pisotear los unos a los otros sobre todo a los que están más abajo (en la película es literal) y lo “anormal” desarrolla normas, códigos de solidaridad para protegerse entre si. Estas imágenes de lo Freak se asemejan mucho a lo que ocurre diariamente con aquellos excluidos (del capital, de la estética, de sus tendencias sexuales, de lo étnico) que para hacerse un lugar en el mundo tienen que recurrir a prácticas consideradas bárbaras, en un sistema que los excluye estructuralmente.


Este enfrentamiento supone lo tullido y aberrante de nuestra humanidad, ese vernos reflejados en lo abismal patológico, en una sociedad lineal/vacía/excesivamente congruente, donde ciertos “valores” son considerados validos y lo extraño es considerado desechable y en el mejor de los caso exótico, pero como para ubicarlo en un circo o en alguna reservación; contiene lo inseguro y excesivamente inestable de la modernidad, en la que es muy fácil pasar a ser otro para dejar de ser el mismo, esa posibilidad de transferencia aparentemente imposible en términos levinasianos (lo otro como asimétrico, como imposiblemente uno) queda marcada en esta película, donde ciertos valores excluyentes/incluyentes se imponen para ser la norma (lo normal) en sociedades profundamente desiguales en todos los sentidos.



Ahora porque queer y no freak (aunque esto parezca una vacilación semántica), porque lo freak se posiciona desde lo oprobioso desde lo tullido, desde lo ausente o lo deforme en tanto normalidad corporal, claro que cotidianamente y en un sentido negativo lo queer también lo es pero instala la rareza en tanto una dialéctica excéntrica/incéntrica estética o comportamental. Lo queer traduce lo raro de otra forma (aunque se entrecruzan permanentemente).

Notas:

Las citas hechas con asterisco (*, **, ***) obedecen a artículos proporcionados por Xavier Puig Peñalosa, en el curso de Estética y antropología del cine fantástico, en la Universidad Tecnológica Equinoccial UTE, realizado en Quito del 4 al 29 de agosto del 2003.

* A excepción del primero; Domenec Font (del cual no se sabe la referencia de la publicación, ni el año) del resto de artículos (**, ***) tampoco se sabe el nombre de los autores para lo cual se irá indicando oportunamente con estos asteriscos a cual de estos artículos pertenecen las referencias.



[1].- Aunque en otro artículo que narra los detalles de la filmación diría que: “El director de casting Ben Piazza pasó casi un mes en Nueva York y en la Costa Este buscando talentos entre los monstruos de feria, recopilando fotografías e incluso rodando pruebas de interpretación in situ. […] Entre los rechazados figuraban una «chica con piel de elefante», un muchacho con piernas deformes similares a las de un perro, un enano llamado la Gran Garrapata, un hombre tatuado, un gigante, y un grupo entero de pigmeos. […] Sólo las siamesas y los enanos se libraron del exilio del comedor; quizá todos los fenómenos fuesen diferentes, pero algunos eran considerados más diferentes que otros. En contraste con la solidaridad que manifestaban en la película, los monstruos de feria eran tan arrogantes, orgullosos y competitivos como otras gentes del mundo del espectáculo.”(189-191)*** eran por decirlo de algún modo los top-stars del mundo de lo raro en materia circense, se había convocado a la élite freak para esta película.